Del curso: Lenguaje no verbal para líderes

Cómo se perciben las señales del lenguaje corporal

Del curso: Lenguaje no verbal para líderes

Cómo se perciben las señales del lenguaje corporal

¿Alguna vez te han presentado a alguien y te has quedado con una sensación de desconfianza hacia esa persona? Hay algo que no te gusta en él o en ella, pero no puedes explicarlo. No es que dijese algo inconveniente en lo que se habló ni su aspecto físico, pero algo inexplicable no te gusta. El caso contrario también sucede. Alguien que apenas conoces te da confianza, te gusta, te cae bien y muchas veces tampoco puedes apoyar esa sensación en algo racional. Bien, dejando a un lado que a veces las primeras impresiones pueden cambiar, los casos que he comentado casi con total seguridad tienen una respuesta: el lenguaje no verbal de esas personas. Esto nos indica dos cosas: por un lado, la importancia del lenguaje corporal para transmitirnos mensajes y, por otro, que se suelen percibir de manera inconsciente. Es decir, si no tenemos la formación adecuada –como este mismo curso–, no podremos decir que una persona parecía mentir porque se tocaba la nariz repetidamente o se tapaba la boca con las manos al hablar, pero sí es muy probable que nos hayamos quedado con esa sensación de falta de sinceridad de la otra persona. ¿Pero cómo se perciben las señales de lenguaje corporal? En un encuentro personal, consideramos a nuestro interlocutor como un todo y nosotros también somos percibidos de la misma manera. Somos lo que decimos, cómo lo decimos y lo que transmitimos desde la cabeza a los pies. ¿Con esto qué quiero decir? Que para aprender sobre el lenguaje no verbal es necesario analizar el significado de los gestos de manera aislada, pero considerando el conjunto y su contexto. Siguiendo el ejemplo de antes, si en una conversación ocasionalmente me rasco la nariz pero el resto de mi cuerpo y el resto del tiempo que hablamos transmiten sinceridad, no debemos quedarnos solo con ese pequeño gesto. Es posible que simplemente me picase la nariz y no porque esté mintiendo. También me puede picar estando en mi casa sola y viendo la televisión. Lo que quiero decir es que hay factores que pueden influir y hay que tenerlos en cuenta para no ser categórico al interpretar gestos sueltos de la comunicación no verbal. Dicho esto, en general, esta se percibe en base a: por un lado la postura, es decir, si el otro está erguido, que indica seguridad en uno mismo; o, por el contrario, encogido, que puede ser muestra de timidez. Si está demasiado estirado, transmite arrogancia. Los gestos de la cara y el contacto visual. Si sonríe o está serio, si nos mira o sus ojos se dirigen a otra persona, a otra cosa, a su reloj porque tiene prisa o no le interesamos. La gesticulación de las manos y los brazos, la colocación de pies y piernas, que está bastante ligada a la postura pero no siempre. Y el tono que empleamos al hablar. Nuestro liderazgo será percibido teniendo en cuenta el conjunto de estas señales y debemos cuidar todas ellas. Insisto, no es que estemos actuando, simplemente hay que darle la misma importancia con la que preparamos con detalle nuestros discursos o lo que vamos a decir, o que incluso lo dejamos en manos de expertos que nos lo escriben. Del mismo modo que después también ensayamos la manera más adecuada de decirlo. Así debemos practicar nuestro lenguaje corporal, partiendo de en qué se van a fijar consciente o inconscientemente nuestro equipo o nuestros interlocutores para comunicar correctamente los mensajes. Mediremos la entonación que damos a nuestras palabras, cómo lo acompañamos de la expresividad de la cara. Y controlaremos la forma de gesticular con las manos y, por supuesto, la postura que adoptemos, que será también muy indicativa. Nuestro lenguaje corporal debe ser el adecuado en cada circunstancia. Si estamos felicitando a alguien del equipo o si, por el contrario, no se están cumpliendo los objetivos y estamos valorando los puntos de mejora, son situaciones distintas, y como líderes tenemos que tener el dominio de la situación y asegurarnos de decir lo acertado en cada momento y sobre todo de la manera adecuada. Pero si, por desconocimiento o por no trabajar nuestros puntos débiles a nivel de expresividad corporal, fallamos en la comunicación, nuestro liderazgo se verá dañado.

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